Bird Box y cómo explotar la imaginación del público



Esta es una entrada después de mucho tiempo. He estado tan ocupado y en mil cosas que ha sido difícil para mí escribir algo por aquí sobre una película o un libro. Pero hoy, un domingo en el que puedo estar tranquilo – o más o menos tranquilo –, me dije que ya no debía ponerme excusas y escribir algo. Y, para darle algo de actualidad al blog, escribiré sobre una película reciente, “Bird Box” o, como lo pone el tío de “Te lo resumo así nomás”, Sandra Bullock con una venda en los ojos.


Aquí el video de "Te lo resumo"...

Todo comenzó por Año Nuevo: estaba en la casa los padres de mi actual enamorada, un poco mal del estómago y matando el tiempo. Ya había llegado la noticia de que los fiscales Pérez y Vela habían sido destituidos por la rata de Chávarry y estaba muy molesto – menos mal que eso se arregló, aunque otras cosas deben verse. Y la noche del 31 la pasé tranquilo, sin plan de emborracharme, lo que fue una novedad. Fue recién al día siguiente, que nos pusimos a barajar opciones para ver en Netflix. Primero fue “Roma”, pero la verdad es que los primeros minutos me dieron sueño – no la desmerezco, simplemente aún no la veo –; pasé a querer ver “Bandersnatch”, pero la tele no podía acceder a escoger opciones. El día anterior habíamos visto “Te lo resumo… “, porque nos hace reír y la crítica a “Bird Box” es bastante risueña, pero deja en claro que la película es mala. Por lo general, pienso que el tío de este canal es bastante acertado, pero también es verdad que suscribo sus críticas en películas que ya he visto. Dado que “Bird Box” era desconocida para mí, me dije que debía verla. Nos sentamos en el sofá, prendimos la televisión y ya está, un universo apocalíptico y post apocalíptico nos esperaba entretener por dos horas. La apuesta con la crítica había comenzado.

Primero debo decir que me pareció un buen detalle el hecho de que nunca se supiera cómo lucían exactamente las criaturas. La imaginación del espectador se puede explotar de maravilla. Recordé, al finalizar, dos cosas: la primera fue lo que dice el personaje de Christian Bale en “The prestige”, esto de que a la gente no le interesa en realidad cómo se hace el truco de magia, sino el misterio y que una vez sabido lo que existe detrás se pierde el interés. Además, también pensé en algo que leí sobre una declaración de Kurosawa, cuando dijo que filmando “Dersu Uzala” lo hizo en un estudio que había sido ambientado como bosque, y que el espectador llenaba con su imaginación lo demás, imaginándolo. Las criaturas existen en la película, sabemos que están allí, pero nunca las vemos, imaginándolas de diversos modos, conjeturando qué son y qué es lo que quieren. Recuerdo, en particular, que mi enamorada y yo debatíamos sobre qué podían ser. “Debe ser algo que el cerebro humano no puede procesar, por eso el suicidio”, dijimos más de una vez, y esto puede ser en muchos casos. Días después, hablaba con un amigo y le decía que un ejercicio mental que me entretiene cuando camino solo es imaginar que me encuentro con un ser totalmente diferente a lo que he visto, algo que no puede ser calificado por mi imaginario, ya que nada visto anteriormente, ya sea en películas o en vivo, calza con esa imagen. Encima, el bicho es grande. ¿Cómo reaccionaría? Para mí es interesante hacerme ese tipo de preguntas, pues lo desconocido abre una brecha en nosotros y después de ese encuentro no sabemos de qué forma iremos a reaccionar. La forma nos diría algo de nosotros mismos, algo que ignorábamos.

Bueno, la trama no es compleja, dentro de todo: primero en Siberia, después en el resto del mundo, estos seres provocan que la gente se mate, pero aparentemente después de provocarles una visión de algo. Por lo visto, los dejan ver a gente muerta muy querida, o los sumergen en tristeza – me imagino que los deprimen brutalmente de un momento a otro y no existe un antidepresivo tan fuerte y exacto – o, tal vez, muestran un mundo inaccesible de delicias inalcanzables en esta vida – esto último se me ocurrió cuando Olympia, la gordita embarazada, dice, antes de matarse, “no son tan malos”: ¿qué diablos pudo haber visto? No lo sé, pero recordemos que la gente que se suicida no lo hace de un momento para otro, por lo que estos seres podrían mostrar algo distinto, una salida u opción atractiva o, como dije antes, crearan un cortocircuito en la mente y la única reacción válida para salir de este sea la muerte. No creo tanto eso de los peores temores, no suena así. Y bueno, la plaga llega a Estados Unidos, en donde Malorie (Sandra Bullock) es pintora y está embarazada, vive con su hermana, Jessica (Sarah Paulson), y está pensando dar en adopción a lo que vive dentro de su panza. Escuchan las noticias, algo está pasando, pero como sucede con la mayoría de la población, mientras no suceda aquí no hay problema. Y de camino al hospital para hacerse el chequeo se dan cuenta que todo es distinto. Comienza el espectáculo de suicidios injustificados: una cosa es suicidarte por depresión – lo que se hace en privado la mayoría de veces –; otra, por una causa política, lo que tiene un trasfondo. Pero estos suicidios son inesperados, caen de la nada. Malorie y Jessica comienzan su carrera hacia la casa, pero en el camino Jessica ve a estos seres – Malorie se salva por buscar algo en su cartera, al fondo del auto –, y Jessica intenta volcar el auto. Se salvan, pero no hay primera sin segunda y Jessica se deja atropellar, no sin darle a su hermana una mirada de tristeza. Malorie presencia el caos en el que se sumergen las personas y es rescatada, gracias a su embarazo, por otra mujer, la esposa de Douglas (John Malkovich), que en el camino también ve a estos seres, dice ¿Mamá?, y entra en un auto en llamas. Bueno, era obvio que Douglas se iba a molestar, ya que de por sí es un tipo práctico y un poco rata: confirma que no hay que ayudar a nadie con aquella acción de su mujer.

Aquí se conoce el grupo de sobrevivientes: Tom, el futuro compañero romántico de Malorie; Cheryl, la viejita del grupo; Lucy, la policía, que se enredará con Felix, el fumón – lo que prueba cómo reaccionamos ante una situación de vida o muerte –; Douglas, el amargado y más práctico de todo el grupo; Greg, el dueño de la casa y Charlie, o el tipo que tiene su teoría sobre lo que sucede. Esta teoría es la de siempre: el ser humano hizo tantas cosas malas que está siendo castigado. Bueno, podría ser, quién sabe: a diferencia de otras pelas apocalípticas en las que el malo puede ser enfrentado – amenaza extraterrestre o algo así –, estas cosas no son corpóreas y nadie puede derrotarlas a pura fuerza de voluntad, ni siquiera con un sharingan – o tal vez sí, me hecho pajas mentales con eso. La convivencia comienza difícil, pero poco a poco se vuelve un poco menos fregada. El problema es que las provisiones se acabarán en algún momento y no pueden seguir encerrados. Aquí un problema: si no son criaturas corpóreas, ¿no pueden entrar en la casa? Aparentemente no, por esto podemos decir que tal vez no son ángeles o fantasmas. El problema es verlos, así que tapian la casa. Greg decide que algo se debe hacer y especulan que si miran a las criaturas por cámara no sucederá nada. Gran error, porque las criaturas son mortales las mires por donde las mires: Greg se suicida, quizá porque la cámara es HD, y los demás piensan que no, no se les puede mirar de frente a los invasores. Otra persona suplica por santuario, Olympia: está embarazada. Le dan refugio, a pesar de que Douglas insiste en que es muy mala idea. Pero claro, la compasión es también parte de la naturaleza humana y todo eso. Es gracioso – de un modo cruel –, pero será este rasgo compasivo el que hunda a casi todos en la muerte más adelante: Olympia ayudará a entrar a otro hombre, pues siente que la oportunidad que le dieron para entrar la hizo una justa apreciadora de carácter. El hombre, Greg, les dice a los demás que existen hombres que han visto a las criaturas y no murieron, más bien se volvieron locos e intentan que otras personas las vean, aduciendo que ellas no son malas, más bien maravillosas. Malkovich apunta con un rifle al desconocido y quiere que se vaya, pero como todos son compasivos, Cheryl le estrella un jarrón en la cabeza al enloquecido Malkovich y lo encierran, dejando al desconocido en casa y dándole la bienvenida. Gran error.

Porque Greg es, en realidad, uno de estos locos. Por alguna razón que solo podemos especular, Greg ha visto a las criaturas y se ha convertido en una especie de mensajero de las mismas, tal vez como un sacerdote de alguna criatura lovecraftiana: ahora sus ojos muestran un patrón distinto y, para indignación de Malkovich y después de enseñar unos convenientes dibujos hechos a carboncillo de un montón de monstruos, comienza a destruir los papeles que tapan las ventanas. Después comienza a obligar a la gente a ver, y aquí Olympia dice eso de “no son tan malos”. Malkovich muere, pero al menos fallece asesinado y no suicidándose. Y Malorie y los niños – que me olvidé decir estaban naciendo en aquellos momentos, para hacerlo más dramático –, son salvados por Tom, que mata a Greg. Y aquí una elipsis.


Aquí un par de muertes...

Los años pasan, los niños están más grandes, pero siguen sin nombres, porque Malorie no quiere encariñarse con ellos: niño y niña son sus eventuales chapas. Y aquí comprenderemos por qué la película comienza con los tres vendados por el bosque: recibieron un aviso de una comunidad en la que estarían a salvo, pero queda más allá del río. Si Tom no está con ellos es porque… bueno, es obvio. Al final se salvarán, sí, pero el mundo parece estar condenado de una forma u otra.

Y esto es otro aspecto que no se deja ver en la película, el qué sucederá, pero nos rompemos la cabeza pensándolo.

No es una mala película, aquí le doy la contra al tío del “te lo resumo…”, pero tampoco diría que es genial. Eso sí, te deja pensando un poco.


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