"They Live": ¿podemos tener lentes que nos quiten la ceguera?


Si me dejara guiar por lo que sucedió el día de hoy a nivel político, creería que estamos ante un gran cambio, que tal vez las cosas comiencen a mejorar y que estoy frente a la tan esperada reforma que necesita el país. Pero estamos en el Perú, en donde las vicisitudes políticas superan en suspenso e intriga a la más quemada telellorona mexicana. Esto no significa que deje de creer en la posibilidad de cambio, en la aparición de líderes eficaces y honestos, en la tan necesaria destrucción del fujimorismo y el aprismo, rata gorda encarcelada mediante, pero me gustaría que no fuera tan complicado o que el mal se mirara al espejo y sollozara de vergüenza por una vez. El problema es que nada con respecto al dinero o el poder es tan simple, o tal vez David Foster Wallace tenía razón cuando escribe “la gente mala no se considera mala, más bien piensa en los que los desafían como malvados” o algo así. O tal vez me gustaría que la gente pudiera, merced a un mecanismo simple, entender cómo funcionan las cosas, de qué forma nos meten el dedo a diario. Pero, de nuevo, no es tan simple: esta semana tuve varias razones para estar estresado y me perdí de muchas noticias: no estaba de ánimos, incluso escribí sin muchas ganas. Ayer pensé: si yo, que me considero alguien que desea estar informado, dejé de informarme por mis problemas personales o inquietudes sobre lo que tenía que hacer, ¿cómo la pasará alguien que trabaja todo el día para sobrevivir a duras penas, manteniendo una familia incluso? Estos casos son mayoritarios; lo más probable es que estas personas lo que menos deseen al llegar a casa sea enterarse de que su país se hunde cada vez más en la mierda. Es complejo el asunto, pero también creo que cada vez más personas están enojadas y cómo me gustaría darles algo, unos lentes oscuros tal vez, que muestren el sórdido espectáculo sin disfraces, sin subterfugios, sin floros. Lástima que esos lentes solo aparecen en “They Live”.

Vi esta película a raíz del documental “The pervert’s guide to ideology”, en donde un Zizek que de vez en cuando se soba la nariz nos dice que la película de Carpenter es una de las joyas olvidadas de la izquierda hollywoodense. Me llamó la atención lo que dijo Zizek acerca de la pela, de hecho las escenas escogidas me movieron a hacer lo que siempre hago en esimple: John Nada – a quien los créditos de la versión que tengo simplemente lo nombran “Nada” –  llega con su mochila de mochilero a Los Ángeles, sin dinero, sin empleo, y consigue trabajo de obrero después de una noche en la calle.  Allí conoce a Frank y se hacen lo más cercano a amigos en un momento – y, como sucede con el cine estadounidense, uno es blanco y el otro es negro, vendiéndonos esta idea de sincretismo de colores –, llevando Frank a su nuevo amigo a una especie de refugio de gente muy pobre. Pero John es observador y se da cuenta que algo sucede casi al instante: la iglesia que presta refugio a estas personas es una fachada de algo más. John se camufla, escucha, y esto, junto a señales interrumpidas por un hombre viejo y barbón de aspecto estrafalario, además de la irrupción desmedida de la policía, lo convencen de regresar y buscar algo que antes había notado: una caja. Dentro de la caja están los famosos lentes negros y estos no son lentes de sol comunes: tienen una habilidad, la de dejarte ver el mundo detrás del mundo.


El comentario de Zizek

Como dije anteriormente, sería genial tener lentes de ese tipo que te muestren la verdad o, para tal caso, me gustaría la espada del augurio. Lo importante, sin embargo, no creo que sea tanto el descubrimiento de John, su lucha contra estos extraterrestres que ya están en todos lados, ricos en nuestro planeta; tampoco me parece tan excepcional la pelea contra Frank, a pesar de que entiendo lo que Zizek dice sobre la duración de la pelea y el dolor que implica ser libre de las apariencias – Frank se resiste, nos dice Zizek, porque intuye que lo que ve es solo apariencia y sabe lo doloroso que será desenmascarar la realidad. En realidad, lo que más me hizo pensar fue que casi desde el inicio John es tentado: primero la policía, más adelante su antiguo compañero de pobreza y al final Holly, todos le ofrecen un trato a John, una salida de “su situación”, que es, en resumidas cuentas, la situación del resto de la raza humana. Los “aliens” son ricos y enriquecen a sus aliados humanos, mientras mantienen a otros en la pobreza, el servilismo, casi como ganado. Salir de aquella situación es justificable, parecen decir los humanos que se han vendido, pues ya todo está perdido: la lucha es inútil, mejor dejarse llevar al lado ganador.


La primera vez que le ofrecen un trato a Nada

Esto me hizo recordar una clase que tuve en mi último año de carrera: era uno de aquellos cursos de relleno a los que tan propensa es una universidad nacional. Hablábamos de la ética y yo, que en aquel momento me declaraba de izquierda con más entusiasmo que ahora, recité con ardor algunas ideas que leí e interpreté de Badiou y una que otra cosa de mi cosecha. Todo sonaba bien, pero hasta ahora recuerdo lo que un compañero de clases soltó como respuesta a mis esperanzas: pero todo mundo roba. Si yo fuera presidente, robaría, ¿quién no lo haría teniendo tanto poder? Lo desprecié, claro, al igual que rebatí su lógica, pero también me daba cuenta que rebatirla era más un afán que me servía a mí para cimentar mis ideas, no a él: sincero, tenía clara la idea que Capusotto pone con este personaje, Jorge Meconio, cuando dice “si no cagas te cagan”. Volví a recordar las declaraciones de este sujeto cuando John y Frank deciden acabar con su disfraz y rebelan sus intenciones al otrora vago, ya millonario, que les había servido como guía de la base subterránea, convencido de que ellos también pertenecían al club: pero a diario la gente se vende, mejor sacar algo de ello y pertenecer al equipo ganador. Además, les dijo que ya no existían buenos o malos, el planeta es de los extraterrestres, la lucha es inútil, el control es universal. “They Live” retrata muy bien esta idea, la dejadez de la gente como su transfuguismo, si quieren llamarlo así, por su bienestar individual. La película termina con John Nada destruyendo la señal televisiva y la humanidad despertando de su sueño para ver a los extraterrestres tal como lucen, pero lo deja ahí: no sabemos qué harán los hombres después, si lucharán o aceptarán a sus nuevos amos.

Lo que es claro es que ya no pueden fingir ignorancia: o luchan o aceptan su esclavitud sin excusarse. Y creo que eso sucede una vez que te das cuenta que sí, tenemos lentes también, pero los construimos poco a poco y nos cuesta tiempo y ganas, y la mayoría de gente prefiere el mundo a color, aunque los colores sean distractores y sintéticos, y el blanco y negro solo sea el preámbulo al verdadero color que llega cuando uno apuesta por su libertad. Y la libertad duele.


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