"Baskin" y la dificultad de crear un mundo de terror que te genere preguntas



Creo que tengo un problema.

Bueno, en realidad esto de abrir con una declaración así suena bastante artificioso, bastante “llamar la atención”, casi tanto como poner “estoy mal” en redes sociales y perseguir simpatía, pero en este caso mi “problema” más es como una declaración de mi propia perspectiva – individual, aunque tal vez tenga simpatizantes por ahí –, que hasta ahora llama la atención frente a determinados espectáculos. Poniendo un ejemplo, cuando vi “Pulp Fiction”, hace varios años, la escena en la que tanto Marcellus como Butch son sometidos por Maynard y Zed en la tienda de empeño, la mayoría de personas que han comentado la escena conmigo destacaban la violación que sufre Marcellus; esto no es raro: ver a un jefe mafioso siendo sodomizado como que no pasa desapercibido. Además, siempre que recuerdo “me pondré medieval con tu trasero” me rio, independientemente de dónde esté. Pero lo que me llamó más la atención de aquella parte de la historia no fue la sacada de oro a la que sometían a Marcellus o la cara de pervertido de Maynard: lo que me hizo pensar por muchos días y buscar información en Internet cuando este se hizo omnipresente fue el misterio que para mí era – y aún es – El Gimp. He aquí un hombre que se ha entregado por completo a su pulsión, a su vicio. Una cosa es ser un visitante esporádico de los clubes S&M, un amante del cuero y de la habitual nalgada; otra, vivirlo, adoptar tu vicio y volverlo tu vida completa, dejarte absorber por eso. Cuando vi al Gimp saliendo de su jaula, caja, o lo que sea que lo retuviera, algo en mí pensó que estaba mejor sin haberlo visto, pero otra parte pensó en los misterios de la mente humana. El Gimp no siempre fue un Gimp: debió tener familia, trabajo, salir con amigos, qué sé yo. Incluso si hubiera tenido la más marginal de las vidas, algo debió tener que lo acercara a lo que los seres humanos consideramos comportamientos y pautas sociales. ¿Qué sucedió en la vida de este tipo para que se entregara a ser una especie de mascota encuerada? No lo sé, pero confieso que cada vez que veía una escena de la película de Tarantino volvía a preguntarme esto, lo que disminuía el impacto de la royal con queso y el bailecito de Uma Thurman. Así, el problema que tengo es que me fijo en muchas ocasiones en personajes que envuelven un misterio o cuya conducta es extrema y comienzo a construirles un pasado, intento comprender qué pasó con ellos: y es este esfuerzo por completar con mi imaginación lo que sucede más allá de la trama la que me lleva a, quizá, no espantarme tanto con escenas que se supone deberían ponerme los pelos de punta.

Y esto me sucedió cuando vi “Baskin”, película turca del 2015 y debut del director Can Evrenol.

La vi porque estaba curioseando en estos videos que ponen de título “películas que la gente no soportó en las salas de cine” o algo así. Tengo mi lado sádico, pero también masoquista, aunque no como se imaginan: más es algo tipo ver una pela de terror a solas y con la luz apagada. No sé, tal vez me agrada la adrenalina o puede ser el hecho de que juego a ver cuánto puedo resistir sin asustarme en realidad. Además, en mi vida he tenido muy pocas pesadillas y estas están más relacionadas con pérdidas familiares o gente sufriendo de algo que considero cruel, pero más elaborado, menos gore. Entonces, como hace tiempo que no veía una pela de terror, busqué “Baskin” y me puse a verla. El concepto me llamó la atención, pues la promocionaban como policías que, sin querer, vagabundean cerca al infierno. Aunque agnóstico, el esoterismo siempre me ha llamado la atención, igual que el concepto del infierno – igual me intrigó “Event Horizon” y su dimensión de caos –, así que pensé retarme: ¿cuánto duraría viendo una película de terror de hora y media con mala fama?

La pela comienza enfocando los juguetes en la sala de una casa. Un pequeñajo con pinta de adormilado sale de su cuarto y apaga la tele. Escucha ruidos de la habitación de sus padres y en eso está cuando ve algo que lo asusta. Aterrado, empieza a aporrear la puerta llamando a su mamá, pero lo que sea que está viendo parece alcanzarlo. Allí la escena cambia y nos encontramos con cinco policías en un restaurante. Cuatro están concentrados en apostar por la liga europea; el quinto sufre una migraña terrible. Tanto esta escena como las que siguen en la primera media hora introducen a los personajes: está el jefe Remzi, el más viejo y la voz de la calma, que ríe, no habla mucho y goza del respeto de sus subordinados; Apo, el gordito chonguero que nunca puede faltar en una mancha; Arda, el novato y más joven, el único que no tiene barba o bigote, el que parece menos corrompido; Seyfi, el policía de la migraña, cuya participación es más como un aviso de lo mal que les irá en la noche; y, por último, Yavuz, el policía belicoso, el que abre con una anécdota y termina haciéndole pagar sus risas al muchacho que los atiende, enseñándole a los golpes que no se debe meter a reír de una conversación a la que no está invitado. Después de tener un rato algo escabroso tanto por la pelea de Yavuz como por los gritos de Seyfi cuando va al baño – Seyfi ve en el espejo algo que no debe ver y esto lo enloquece momentáneamente –, los cinco se ponen en camino en su van, los cinco bromean, escuchan una canción que los hace reír y cantar en coro, los cinco no le temen a nada, pues son los policías, los que tienen arma y placa, la ley. Pero pronto se darán cuenta que “su ley no está allí” a donde irán. Pronto, en lo que quede de esa noche, y comienza cuando son requeridos por otros policías para ir a un sitio llamado Inceagac.


La escena de la canción (no está subtitulada)

Primero es lo que parece ser un hombre desnudo. Seyfi está nervioso, paran el auto. Rasguños en el auto, ranas por doquier – en el baño en el que Seyfi perdió la razón, ocupaba el lugar del jabón una rana –, todo parece preparar el ambiente para lo desagradable. Ahora, me contaron que los animales simbolizan algo, en este caso magia, y los rasguños son una suerte de marca territorial, un “te hemos elegido”. Por lo que sucede después parece ser verdad: siguen en el camino, pero atropellan a una figura ensangrentada y caen en un río, o lago, la cosa es que caen en un montón de agua y Arda, entre el desmayo, nos muestra un recuerdo: le cuenta al jefe Remzi que un amigo suyo de niñez y él hicieron el pacto de que si uno moría, se le aparecería al otro sin asustarlo y que esa misma tarde Arda se enteró de que el amigo murió. Además, su nombre le vino en sueños a su padre. El sueño termina cuando sacan a Arda del agua y se encuentran a una familia con pinta vagabunda alrededor de una fogata en la que descansa una olla. Cuando los policías preguntan en qué lugar se encuentran, un hombre con rostro siniestro le suelta que ya están en Inceagac. Deben buscar a los policías que los llamaron, su misión de refuerzos espera. Obligan a un hombre entre el grupo a que los acompañe, no sin antes ser advertidos por el grupo de que deberían esperar y despedidos por una niña, la única menor del grupo, que les suelta una frase que parece ser latín – no encontré información en la web – y que, por lo que leí, decía algo tipo “esta noche los reinos se juntan”.

Llegan a una casa que es identificada por el guía como una antigua estación de policía en los días del reino otomano. Al explorar los alrededores, encuentran algo como muñecos hechos de alambres y el guía aprovecha para escapar, maldiciéndolos como una despedida. Sabia movida: creo que cualquiera con sentido común no se abría acercado allí ni con Google Earth. Los policías, por supuesto, entran. La casa se pone cada vez más siniestra: huevos llenos de sangre, huesos con alambres colgados que parecen hacer monigotes. Apo vomita, los otros fruncen las narices. La oscuridad solo es interrumpida por las luces temblorosas de las linternas. La exploración es interrumpida por un sonido sordo, un choque contra una pared. Se encuentra el grupo con un hombre que golpea una y otra vez su frente contra la pared más cercana; su expresión, idiotizada, ausente, no les dice nada y solo su uniforme lo identifica como policía. Lo interrogan, pero parece estar fuera de este mundo. Seyfi es encargado de llevarlo a la patrulla y los demás seguirán su exploración. Mientras va con el policía enloquecido, Seify le pregunta en dónde están sus compañeros y el dedo del policía le indica una dirección, que es confirmada por un sapo. Allí Seyfi encuentra el primer espectáculo deplorable de la noche: un grupo de personas ensangrentadas, con bolsas en la cabeza, que parecen confundirse en una especie de orgía de gruñidos. Seyfi, por supuesto, grita y esto atrae a los epicúreos, quienes cargan contra él, llevándoselo de la película, el arma cayendo al suelo entre los gritos traumatizados. El policía ríe en el pasillo.


Baba, mostrando que puedes dar miedo aunque seas chato... 

Dado que no voy a describir toda la pela, solo diré esto: los otros cuatro son capturados en circunstancias similares y conocen al hombre detrás de la maquinaria malévola, un enano que es acreditado al final como Baba, es decir, Padre. Este tipo con un tatuaje de cerradura en la cabeza y que goza de reverencia entre el grupo de salvajes les dice que están allí para ser guiados al infierno, pero que este no es un lugar al que vas, sino que todos lo llevan por dentro. Aquí va lo que dije al principio: me preguntaba quiénes eran todas estas personas. ¿Cómo llegaron a esa situación? Era evidente que parecía un culto satánico, pero uno de los más terribles, pues una cosa es un grupo de personas millonarias que tienen orgías en una casota en la que Tom Cruise es desenmascarado mientras un pianista toca con los ojos cerrados y otra es un grupo de personas mutiladas, sangrantes, deformadas, caníbales, cegadas y disminuidas a lo más animal, dirigidas por un tipo que parece solemne incluso en su maldad. Lo que pensaba cuando veía esto era más o menos lo que me pasaba por la mente con El Gimp: ¿Quiénes fueron ellos? ¿En algún momento trabajaban? ¿Tenían familia? ¿Qué tuvo que suceder para que se entregaran del todo a una vida en la que todo parecía la maldad más irracional? ¿Cómo, en una situación de animalidad tal, podía Baba mantener el poder? ¿Qué les ofrecía? He leído de grupos satanistas, pero la mayoría son de gente que tiene algún interés de poder o dinero y cree que ofreciéndole algo al señor cornudo logrará lo que desea, pero se me hacía difícil poder creer esto de personas en las condiciones de inmundicia en las que vivían los miembros de esta cofradía. Con todo, tanto Baba como su sirviente – especie de drag queen grotesco – y los miembros del grupo me intrigaron, lo que me ayudaba – si se puede decir así – a no sentirme tan espantado: los veía no solo como un grupo terrorífico, sino también como uno intrigante, lo que me hacía pensar en esta pela como una de las mejores en terror que he visto últimamente: no cualquiera puede crear un mundo tan complejo, siniestro, y lograr que te preguntes qué sucede más allá del típico taparte los ojos.

En conclusión, creo que esta película es una de las mejores que han salido últimamente y esto lo escribe alguien que utiliza muchas películas de terror para reír un poco por lo inverosímiles. Un buen post navideño, pero, ¿no es también terrorífico ser estas bestias que se desesperan por comprar?


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