Sacha Baron Cohen, "Bruno" y el humor al extremo


Esta semana no he leído mucho y solo he visto una película. Ni modo: estoy avanzando mi tesis y afinando algunos cuentos, así que me concentré en el trabajo académico y creativo, dejando de lado el aprendizaje; el placer de ver una película solo lo tuve una vez, cuando por fin vi “Chungking Express” – de la que escribiré en otro momento – y leer fue, más que todo, revisar libros ya leídos. Todo esto repercutió en que desperté hoy y pensé que no tenía nada que escribir una vez más y el blog sufriría mi bloqueo. Sin embargo, se me ocurrió que hace tiempo quería hablar de un actor que representa un poco mi postura sobre ser políticamente incorrecto y las ganas de irreverencia, así que me dije, ¿por qué no?, animándome a escribir sobre este inglés y una de sus películas.

Me refiero a Sacha Baron Cohen, y hoy escribiré sobre “Bruno”.

La primera vez que vi a Sacha fue en “Borat”, como la mayoría de personas que conozco. Nunca vi “Da Ali G Show”, aunque cuando tomé interés en el actor comencé a seguir un poco más de cerca su trabajo. “Borat” ha sido una de las películas que más me hizo reír y también de las que más me hizo pasar vergüenza ajena – creo que mencioné en un post pasado que la vergüenza ajena me hace sufrir mucho. Además, el atrevimiento del actor para, en un documental falso, hacer las preguntas más incómodas y someterse a las situaciones más descabelladas me pareció genial, de un vanguardismo tremendo. Por esto, cuando comencé a ver cada vez menos a Sacha Baron Cohen pensé “qué diablos”, aunque comprendí que, de acuerdo a los nuevos tiempos llenos de censura que se hacen pasar por respeto, el humor irreverente de Sacha podía ser una patada en las bolas de cualquiera que arrugara el rostro contagiado por la hipersensibilidad de los tiempos actuales.

Fue un alivio para mí saber que Showtime había producido “Who is America?”, serie de siete capítulos en los que Sacha trolea políticos, disfrazado de varios personajes. He visto parte de los capítulos – no tengo cable y he tenido poco tiempo (y espacio en la computadora) para buscarlos por Torrent – y he reído mucho, pero leí que aparentemente no va a seguir para una segunda temporada. Espero que continúe, como también que “Preacher” lo haga; lo malo es que no sé si cuentan a los que descargamos como audiencia.

Me gustó observar, en lo poco que vi de la serie, que Sacha seguía con el mismo tipo de humor, aquel que te hace reír a carcajadas, pero también encogerte en tu asiento mientras piensas “no, no se va a atrever”, y quieres taparte los ojos porque tú no te atreves a ver, aunque al final dejas uno libre y sí, se atrevió y sientes que ese tipo realmente tiene cojones. Y aquí regreso a la película de la que iba a escribir, pues pienso – y esta es mi opinión, claro – que de las tres películas que tiene Sacha, la más atrevida es, sin lugar a dudas, “Bruno”.

¿Por qué? En primer lugar, por el tipo de personaje.

“Bruno”, película del año 2009 dirigida por Larry Charles y con guion del mismo Baron Cohen – aunque no es el único – nos enseña a un austríaco amante de la moda, homosexual y excéntrico – esto en realidad es decir poco –, que goza de éxito en Viena con su programa Funkyzeit mit Bruno – lo que creo que sería algo tipo “Momento funk con Bruno” –, y su amante Diesel, con quien tiene “un típico hogar”. Pero su suerte no durará mucho, pues después de ponerse un traje de velcro e interrumpir un desfile de modas, cae en desgracia: el mundo de la moda le da la espalda, Diesel lo deja por otro hombre y entonces decide ir a Estados Unidos y convertirse en “la mayor superestrella austríaca desde Hitler”. Claro que no estará solo en su cruzada, siendo él una especie de don Quijote gay, lo acompaña su propio Sancho Panza, Lutz (Gustaf Hammarsten, a quien debo ver en la película “Together”), el asistente de su asistente, que lo mira con amor y promete “no despertarlo cuando se masturbe mirándolo”. Así, llegan a los Estados Unidos y urden sus planes para que Bruno se vuelva famoso.

Debo mencionar esto, en realidad debí mencionarlo desde el principio, pero siendo algo obsesivo como soy, después de la primera vez que vi la pela me di cuenta que tenía la opción de poner en subtítulos los comentarios del director y Sacha. Me dije que sería divertido y vi de nuevo la película – otro día, verla el mismo hubiera sido un poco aburrido para mí – con los subtítulos, lo que me dio mucho en qué pensar. Bruno invita a Paula Abdul a su casa para entrevistarla, pero se da cuenta que no tiene muebles en ella. Desesperado, le ofrece a los mexicanos que están arreglándola algo de dinero a cambio de que se vuelvan “muebles”. Es irónico que Abdul le hable a Bruno de su labor de caridad mientras está sentada sobre un mexicano, pero incluso si las personas pueden suspender su inconformidad ante ciertas situaciones, cuando un mexicano aparece desnudo con comida encima la Abdul no puede más y huye del lugar. No solo eso, termina corriendo la voz y Bruno se ve despojado de los posibles invitados para su programa, incluyendo al Fuhrer (Mel Gibson). Decide entonces intentar – ya para ese entonces tiene un agente que ha creído que realmente Bruno existe – un programa de TV que somete a raje a las ecografías de la hermana menor de Britney Spears, intenta una entrevista forzada con Harrison Ford y termina con el movimiento circular de un pene – Bruno clama que es suyo. El programa es sometido a un focus group y, como era de suponerse, falla. Bruno, triste, se siente desorientado.

Es una comedia, la tristeza no durará demasiado. Bruno acude a un espiritista y pide hablar con uno de los integrantes de Milli Vanilli, Rob Pilatus, para pedir consejo. Aparentemente han sido amantes y el espiritista, con aquellas recomendaciones vagas que son su manera de hacer dinero, le dice que el consejo se traduce en “debes hacer algo que tenga que ver con gente, con ayudar”. Esto no es tan importante como cuando Bruno pide darle un beso al fantasma, lo que se convierte en sexo oral muy muy gráfico – tan gráfico como puede verse el sexo oral al aire o a un fantasma, dependiendo de tus creencias – que obliga al espiritista a cerrar los ojos los minutos que dura el acto pasional. Recuerdo que cuando vi la escena con los comentarios, estos decían que un niño, es decir, un niño pequeño, no podría comprender el acto: al comprender de qué diablos trata ya puedes decir que estás corrompido. Sí, es verdad, ya lo estaba, y por eso me hizo reír tanto.


Bruno y su sesión amatoria

Bruno decide que logrará la paz en Medio Oriente. Obviamente no lo logra, pero es en Jerusalén en donde se presenta una de las escenas más icónicas de la película: Bruno está vestido a la usanza ortodoxa, pero con su toque personal: un short, unos tirantes y el sombrero. Antes había coqueteado con un judío ortodoxo. Sacha se las juega en estas escenas pues, como declaró en una entrevista, la persecución que sufre por parte de los judíos ortodoxos es real: el fundamentalismo religioso es algo con lo que no puedes bromear.


Sacha en una entrevista contando lo de la persecución

De regreso a Estados Unidos, Bruno se detiene en África y logra hacerse con un bebé africano, “cambiándolo por un Ipod”. El bebé se volverá parte importante, pues más tarde, al presentarse en un talk show, le será quitado por los servicios sociales. Deprimido, se intoxica con comida chatarra y, en su “embriaguez”, termina en la cama con Lutz, atado a ella y con la ropa más extravagante que he imaginado en acto sexual alguno. Al huir se encuentran con una de estas manifestaciones de la iglesia baptista de Westboro, que odia a los homosexuales. La aventura termina con Bruno y Lutz peleados, pues el primero no acepta el amor del segundo, todavía convencido de ser “Bruno” y lo que implica y también con Bruno dándose cuenta que, si desea ser famoso, debe convertirse en un heterosexual.

Y aquí Bruno acude a los “convertidores de homosexuales”. Había escuchado de estos tipos, pero nunca creí que existieran de veras: para mí eran una curiosidad, algo medieval. Sin embargo, existen y en los Estados Unidos parece que es una industria fuerte. Bruno va a uno de ellos, le coquetea, le suelta piropos muy graciosos como que era irónico que no siendo gay tuviera unos labios perfectos para hacerle una mamada a alguien, algo a lo que el pastor responde: mis labios fueron hechos para alabar a Jesús; la respuesta de Bruno me hizo reír demasiado: no, cariño, fueron hechos para otra cosa, pero no los estás utilizando. Bruno decide alistarse en el ejército, cazar con otros hombres, practicar karate, pero siempre lo que es se pone en el medio. Logra vestirse como hombrecito y se encuentra con otro pastor, uno un poco más viejo. Aquí este pastor le suelta un discurso muy curioso sobre que las mujeres, a pesar de ser seres convencionales y aburridos, son necesarias para nosotros. En los comentarios, tanto Sacha como Larry sueltan la teoría de que el pastor podría ser gay, que su discurso en realidad delata el desprecio que le tiene a las mujeres. Sí, me pareció también, como también me parece sospechosa la actitud de estos convertidores, pero en sí todas estas sectas siempre me han parecido de lo más maniqueas.


Bruno en el ejército

Bruno, después de asistir a una fiesta swinger y fallar de nuevo, se despide prometiendo convertirse en un heterosexual. Y aparentemente lo logra, aunque no asistimos al proceso de su metamorfosis. Nos toca verlo convertido en “Straight Dave”, el conductor de uno de estos shows de peleas en jaula. La multitud lo ama – un montón de rednecks y ex presidiarios neonazis –, pues Dave el hetero es conservador y tiene chispa: soy tan heterosexual que lo primero que hice cuando me mudé a mi nueva casa es tapiar la puerta trasera, pues mi trasero es solo para cagar, dice, y todo el público lo celebra. Como leí en los comentarios, Bruno se ha tenido que convertir en la antítesis de sí mismo, necesita negarse para triunfar. El rescate llegará por amor: Lutz lo desafía a pelear en la jaula y, después de golpes y forcejeos, mirándose agitados, se besan y comienzan a desvestirse, protegidos por la jaula de las sillas arrojadas por los lugareños indignados; Dave el hetero los ha traicionado, tomó su confianza y la pisoteó, cayó encima de ella con su amante, un hombre, convirtiendo la jaula de lucha en una de amor. Sí, es irónico que el amor despertara tanto odio en una multitud, lo que sucede incluso ahora.


El heterosexual Dave

Entonces Bruno – ahora Bruno de nuevo – es famoso: la cobertura ha sido mundial. Esta vez con Lutz y O.J – el nombre del bebé, al que han recuperado –, intentan casarse, pero en California no se pueden casar hombres – al menos en aquella época – y, aunque Lutz se viera muy gracioso en su vestido blanco, el ministro se retira ofendido. La pela termina con Bruno cantando con Sting, Bono, Elton John, Chris Martin, Snoop Dog – que escucha a Bruno decir que es un chocoholic – y Slash. Ciertamente es un final “feliz”, pero la película me hizo pensar en dos cosas: primero, que el humor debe, al igual que la buena literatura, no tener pudor. La segunda es que los prejuicios siguen vivos y esto se demuestra en la pela documental: a pesar de que creemos haber superado tantos, seguimos pensando de cierto modo. La escena de la jaula, sobre todo, es significativa.

Espero que Sacha siga trabajando. Siempre es bueno reír.
  

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