Poco punk en una pela sobre punk: How to talk to girls at parties
Hace un par de semanas,
si es que no me equivoco, fui a visitar a un amigo mío, Germán, a su casa.
Después de comer un buen arroz chaufa criollo – que no pude acabar, parece que
mi estómago se encogió en Buenos Aires –, decidimos caminar hasta Miraflores
para bajar la panza y conversar un rato. La caminata era desde Sagitario (no estoy
seguro si es Surco o Chorrillos, creo que está entre ambos), lo que nos
llevaría un buen rato. Como suele suceder en estas charlas kilométricas,
tocamos todo tipo de temas, y Germán me recomendó una película. Ahora bien, yo
tengo un problema: usualmente soy reacio a las recomendaciones; cuando un amigo
me habla con emoción sobre algo que ha visto, leído o escuchado y me lo
recomienda me tomo mi tiempo en leer, ver o escuchar. Siempre se me ocurre,
¿qué tal si no me gusta? ¿Cómo desinflarle el globo a la persona que me
recomendó algo que le apasionaba? Porque nadie se conforma con “bueno, a mí no
me gustó”: necesitan saber por qué. Tu juicio de valor contradice el de la otra
persona y, a menos que esta confíe mucho en sí misma, sentirá que tal vez se
equivocó al gustar de tal o cual cosa; puede que se arrepienta de haberte
recomendado su fuente de placer de la temporada. Estoy pensándolo demasiado,
claro, pero eso me sucede cuando alguien me recomienda lo que sea que me
recomiende mientras sonríe: me tomo mi tiempo porque me preparo un poco para
una decepción.
Germán es un caso aparte,
claro. Debo reconocerle que fue él quien me presentó la película “The man from
earth”, una de mis favoritas, además de ser el amigo más conocedor de pornografía
que conozco – esto no tiene tanto que ver, pero me hizo gracia escribirlo. Recordé
cuando, hace quizá diez años, veíamos películas en su casa con todos los
amigos, comiendo chatarra y riéndonos con toda la frescura de los que creen
inventar reuniones y ser dueños de la juventud. Así, cuando me habló sobre “How
to talk to girls at parties” y me la presentó como una pela que me haría pensar
en “varias cosas” le hice caso, me la descargué una vez en casa y, por a o b
razones, recién la vi hace unas horas. Y este es el momento de comentarla.
Primero debo decir que me
pareció entretenida. Claro, “entretenida” no significa buena, destacable,
sobresaliente. Lo que más me gustó – y me hizo tener mayores expectativas – fue
la escena del principio: tres muchachos que iban en bicicleta con New Rose de fondo – la de The Damned –,
la rebeldía sonriente del punk inglés. Pensé que sería un poco más impertinente,
más fresca. Germán me había adelantado que la trama tenía que ver con
extraterrestres y desde el comienzo vi que ponían “musical”, así que me
esperaba un encuentro entre The hitchhicker’s guide y Trainspotting, no sé. Tal
vez esperaba demasiado. El caso es que el protagonista, Enn (Alex Sharp), con
un rostro típicamente inglés, tiene sus problemas, como todo héroe de pela
adolescente: padre ausente, madre un poco borracha que desea ser amada y amigos
con los que desea el éxito y, sobre todo, autodefinirse como punk – no venderse,
al margen de la historia oficial y, paradójicamente, con éxito suficiente para
decir que lo puede estar. Los amigos de Enn, Vic y John, también están en la
misma onda, pero me parece que no fueron lo suficientemente desarrollados. Y
ese es el problema de la pela, para mí: tiene muchos temas ambiciosos que no
son lo suficientemente desarrollados.
Habrá que explorarlos.
El tema del amor es el
principal, por supuesto. Pero no es cualquier amor: es, ni más ni menos, el de
un adolescente punk en los años setenta y una extraterrestre rubia y muy guapa
que vive todos los rituales londinenses de la época por primera vez, con las
ganas de quien tiene muy poco tiempo para hacerlo. Zan (Elle Fanning),
pertenece a una casta, grupo, planeta, qué sé yo, que tiene sus propias reglas,
pero está aburrida de ellas y desea experimentar, un privilegio que su grupo no
tiene – aunque otros parece que sí. Cuando conoce a Enn – que ha llegado por
accidente a la casa en la que todos estos “marcianos” se encuentran en pleno
ritual orgiástico/danzarín – ella ya estaba con ganas de salir de allí, y el
encuentro transcurre con facilidad. Es obvio que Enn la encuentra atractiva y
ella lo considera interesante, pues es un “local”; no debería estar ahí.
Después de una escena en la que ella le sorbe la sangre del dedo índice con la
boca – lo que lleva al pobre Enn al borde de la eyaculación al juzgar por su
expresión –, deciden salir de la casa. En aquellos momentos, Vic está siendo
alegremente sodomizado por una de las Stellas (otra casa de los marcianos), y
John parece estar en trance, casi como John Malkovich jugando a manejarse a sí
mismo como marioneta. Los muchachos logran huir de la casa y Zan se va con Enn,
duerme en su casa y el muchacho, enamorado a primera vista si quieren
considerarlo así, duerme contento.
El amor, sin embargo, va
a complicarse: al no ser Zan una terrícola y estar atada a las leyes de su
comunidad, tendrá que sacrificarse más adelante. Ok, hasta aquí todo suena muy
conocido. Bordes de lo que se consideraría original atisban, como la idea de
que deben comerse a sus hijos como una especie de fuente de prolongación vital
y de poderes, aunque eso suena un poco como lo que sucedía en “The one”.
Quisiera leer la historia corta de Neil Gaiman: al haber leído “The Sandman” me
sentí gratamente complacido, así que confío en que fue la cinta la que no le
hizo justicia a la historia.
El tema de la música me
parece que se explora de forma muy superficial y, como dije, la mejor escena me
parece la del principio. Queen Boadicea (Nicole Kidman) tiene un papel como
promotora del punk, pero en realidad solo sale para quedar casi de inmediato en
segundo plano. A diferencia de otros musicales – si es que esta historia puede
ser tildada de un musical, pero el director, John Cameron Mitchell es el
director de Hedwig, nada menos –, como “Panthom of the Paradise”, en los que la
música es el tema central y las canciones nos ubican en la trama, el punk es el
protagonista silencioso de esta película. Tal vez no silencioso, pero sí tímido:
Sex Pistols y Ramones son más mencionados que escuchados, pues sus
participaciones quedan en segundo plano ante una trama en la que el amor
adolescente se lleva todo lo demás. Incluso el momento en los que los espíritus
de los protagonistas conectan – cuando cantan – me parece poco desarrollado.
Creo que la película,
como dije antes, es entretenida, pero también es de aquellas que solo veré una
vez. El final es demasiado feliz, incluso, lo que le resta dramatismo a la
escena de adiós anterior. Es una película que tiene algo, lo malo es que ese
algo no llegó a explotar todo su potencial. Sucede algunas veces: tal vez alguna vez escriba
sobre “In time”.
Comentarios
Publicar un comentario