"The life of Brian" y la importancia de ofender a las personas


Me han sucedido muchas cosas últimamente y estas me decidieron a regresar a Perú: la falta de empleo, la cada vez peor alimentación y, el golpe final, la muerte de la batería de mi laptop – aunque aún no descarto que se trate más bien del cargador y su agonía –, lo que me condena a estar en mi sala – pues también el tomacorriente de mi cuarto se fundió un día – con la laptop enchufada, sin la batería, tratando de no moverme demasiado, pues si lo hago se apaga. Decidí regresar a Perú por todas estas razones y proponerme viajar de nuevo a estudiar, quizá a Argentina, quizá a otro país, pero buscando alguna beca con la que pueda sobrevivir en vez de irme a la aventura. Eso sí: si regreso a Argentina lo haré con mi título y la promesa de un empleo, ya que, dada esta situación de inflación cada vez mayor, estar viviendo sin trabajo es condenarse más temprano que tarde al hambre.

Sin embargo, no puedo decir que fue tiempo perdido: escribí mucho, comencé y terminé una novela, cuentos, y también le di vida a este blog. Además, traté de verle el lado cómico al asunto y quien salió en mi ayuda, sin proponérselo, fue Terry Gilliam. Para los que no lo conocen, Gilliam ha dirigido películas como “Doce monos”, “Time bandits”, “Brazil”, “Las aventuras del barón Munchausen”, “Miedo y asco en las vegas”, entre tantas otras, y formaba parte del grupo de comediantes Monty Python. También es el responsable de la nueva película que saldrá sobre El Quijote. Ahora, yo había visto muchas de las películas de Gilliam, pero ninguna de Monty Python. Vi, hace algunos años, un video sobre “el chiste más gracioso del mundo” y reí, pero realmente no ahondé en su trabajo. Tampoco sabía tanto de Gilliam fuera de sus películas. Fue en esta especie de depresión por mi regreso que me di con una entrevista que le hacen en El País, y leer sus respuestas me hizo reír, sentirme mejor. Uno de los aspectos que más me han chocado de Argentina es la política de ser políticamente correcto: aquí ciertos temas erizan los cabellos, las posiciones contrarias son atacadas con furor y todos parecen pensar que, si eres de izquierda, entonces avalas completamente aspectos con los que puedes no estar de acuerdo. Ayer, sin ir muy lejos, en una presentación de revista a la que fui – supongo que es común: te vas y todos te invitan a diferentes lugares; más tarde tengo un cumpleaños, jaja –, una muchacha se despidió de nosotros diciendo “chao, muchaches”. Mi rostro se arrugó en la mueca más jodida, y aunque no lo vi pude sentir que se veía como cuando hueles mierda muy apestosa. Diablos, el lenguaje inclusivo que nos acerca tanto a la neolengua de Orwell. Bueno, ¿por qué pasar de Gilliam a lo que vi en Argentina? Porque Gilliam critica, de forma elocuente y graciosa, lo que está sucediendo en el mundo de hoy.


Entrevista a Gilliam

“Tengo amigos en silla de ruedas y los llamo lisiados (entre risas). No puedes llamarlos lisiados, debes decir “físicamente discapacitados”. ¡Esos eufemismos son una chorrada! ¡Son lisiados! (risas) Me gusta usar palabras directas y simples. Ofender a la gente es muy importante en la vida”. Esto es solo una muy pequeña parte de todo lo que dice. Me reí, recordé a otras personas, como Zizek cuando dice que bromeó con dos negros que le pidieron autógrafos: “bueno, pero díganme quién es quién. Ustedes, como los chinos, son todos iguales para mí”. Los negros se rieron y le dijeron que él podía llamarlos nigga. También recordé a Jordan Peterson cuando dice que discutir con alguien implica el derecho a poder enojarlo. Sí, parecen verdades evidentes, pero no lo son: decir gente de color está bien, pero ¿de qué color hablas? Diablos, estamos hasta el cogote de fórmulas para dirigirnos al resto, como si pisáramos sobre huevos. Las personas impertinentes siempre me han parecido geniales – y me considero impertinente yo mismo – porque no tienen miedo de decir las cosas. Creo que entendí, durante este viaje, que uno debe saber sincerarse consigo mismo, reconciliarse con su “monstruo” interno. Así, cuando vi la entrevista y se menciona la película “The life of Brian”, de los Monty Python, me decidí a verla. Esperaba más impertinencia.


El chiste más gracioso del mundo

Y la encontré.

Disfruté toda la película. En un resumen que intentará respetar el significado de esa palabra, Brian nace el mismo día y en el pesebre vecino al que nace Jesús. Los reyes magos confunden quién es quién al principio y le rinden homenaje a Brian, pero después se dan cuenta que están ante el niño equivocado. Esta confusión, sin embargo, marcará la vida de Brian quien, confundido él mismo, será parte de la revolución judía contra los romanos y se volverá su líder en segundos, sin saber cómo liderar, queriendo alejar a sus seguidores en una escena genial – que está descrita en la entrevista a Gilliam, pero para más información recomiendo ver la película – y terminará siendo crucificado. Ahora, fuera de este resumen, la película tiene vigencia, uno puede verla y reír porque los problemas descritos son actuales: género, feminismo, individualidad, mesianismo. Ayer hablaba con un tipo sobre cómo en América Latina siempre se ha esperado un caudillo, una solución mesiánica. Es más fácil confiar en un líder, y Monty Python describe estas situaciones con un humor irreverente y fresco.

La canción del final es genial, esto de “always look the bright side of life”, con los silbiditos, y disfrutar porque es tu última oportunidad. Parecería fuera de lugar que un montón de crucificados estén silbando con el estribillo de mirar el lado bueno o brillante de la vida, pero de alguna manera todos cargamos con nuestra cruz. Esto de “éramos nada y volvemos a la nada. ¿Qué pierdes? Nada”. Admiré eso, recordé la función – y con esto termino – tan importante de la comedia. La comedia puede tocar temas complejos entre risas, y estas sirven para pasar mejor reflexiones duras sobre lo que está sucediendo. La gente no quiere recordar a Erasmo, la función del bufón, Rabelais, El nombre de la rosa. Estamos acercándonos más a ser una generación de agelastos – gente que no ríe –, o, como aparece en un capítulo de “Family Guy”, ser un mundo postbromas. Habrá que oponernos a esto con la risa, una risa disparatada que se burle, tal vez con un poco de piedad, de quienes creen que la vida es solo un asunto serio.


Canción al final 

Pdta: “The life of Brian” no es solo dirigida por Gilliam, lo aclaro por si acaso.


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